Recorrido por Tejeda

Tejeda es un municipio grande no solamente en extensión, sino en contenidos, en cosas que ver y hacer, en sensaciones, en experiencias. 

Un día en Tejeda podríamos comenzarlo llegando a la Goleta del Nublo (desde Las Palmas por la GC 15 y la GC130) y haciendo a pie el último tramo del camino al Roque Nublo, que puede realizarse completo desde las inmediaciones del casco. 

Una vez visitado el monolito descendemos en coche hasta Tejeda, y allí desayunamos para reponer fuerzas en alguno de los restaurantes del casco que deleitan a los visitantes con platos de comida tradicional y absolutamente casera, 100% "de cuchara".

La visita al Centro de Plantas Medicinales de Tejeda nos transporta a un mundo en el que las plantas son las protagonistas y es la naturaleza quien marca el ritmo; el centro es un tributo a todos los que generación tras generación han conservado y transmitido este saber que hoy sigue siendo de vital importancia, y visitándolo se nos permite entrar sigilosos en ese fascinante mundo de yerberos, remedios y curas tradicionales.


El Museo de la Historia de Tradiciones de Tejeda se presenta como la opción ideal para descubrir la Tejeda que está mas allá de la Cruz y lo que todos conocen, y que sus habitantes guardan como un valioso tesoro.

Terminada la visita nos dirigimos hacia el casco urbano donde de camino nos encontramos con el Museo de Esculturas de Abraham Cárdenes, que es un ejemplo de cómo Tejeda es fuente de inspiración y marca de carácter para sus habitantes.

Llegada la hora del almuerzo nos dirigimos al Parador Nacional de La Cruz de Tejeda, donde disfrutar de un delicioso almuerzo en el que los productos de la zona son protagonistas y las vistas espectaculares son el inigualable marco de una comida a recordar. Como postre no hay más remedio que tomar alguno de los dulces de almendra de la Dulcería Nublo, que es el máximo exponente de la repostería tradicional de Tejeda, con productos de calidad como el mazapán y el bienmesabe.

Un colofón ideal para este día sería acercarnos al almogarén de Bentayga y ver desde allí como se oculta el sol, tiñendo el cielo con una gama de colores imposible, que va desde los anaranjados hasta los violetas y hacen de los atardeceres en Tejeda una visión única que conmueve los sentidos.

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